Excelente relato, Fabio, cómo ya es costumbre. Gracias por estos posteos aunque sigas pensando que nadie les da pelota!
Muertes Curiosas: Desde lo alto de la Torre Eiffel

La muerte de Franz Reichelt es seguramente una de las primeras en ser retratadas durante los primeros años del cine. Pero lo más interesante es cómo quedó documentado lo trágico y fallido de su intento innovador.
Este sastre, nacido en viena en 1879, se habÃa mudado a ParÃs, la meca de la moda, en 1898 y nacionalizado francés para 1909; adoptó la versión francesa de su nombre, François, y se volvió bien parisino.
Reichelt era un relativamente exitoso sastre y modisto, creaba vestidos para austrÃacos con dinero que viajaban a ParÃs, pero para 1910 tuvo una idea para complementar una novedosa invención, la aviación. Franz estaba convencido de que podÃa fabricar un paracaÃdas gracias a sus excelentÃsimos conocimientos de la costura.
No iba a ser el inventor del dispositivo para salvar vidas aéreas, pero para su época no existÃa modelo alguno que permitiese sobrevivir un salto de baja altitud, hacÃa falta un nuevo paracaÃdas que tampoco requiriese tener una forma fija como algunos que se venÃan probando desde globos aerostáticos.
Reichelt probó primero con pequeños modelos a escala con alas plegables de seda que se desenvolvÃan al momento de inflarse con el aire y sus prototipos, lanzados desde un quinto piso, alcanzaron el suelo gracilmente. Ahora debÃa escalar su diseño.
El problema es que al incrementar el tamaño su paracaÃdas llegaba a pesar unos 70 kilogramos, tan pesado como el humano que deberÃa salvar, algo obviamente poco práctico y seguramente sucida, aun asó Reichelt no querÃa dar un paso atrás en la idea.
El Aéro-Club de Francia ofreció un premio en 1911, a pedido del Coronel Lalance, de nada menos que 10.000 francos para quien pudiera proveer un paracaÃdas seguro para aviadores, una competencia que se mantendrÃa abierta durante tres años y que requerÃa un paracaÃdas de no más de 25 kilogramos (algo más razonable que los originales 70Kg del prototipo).

Esto le dio el impulso que le faltaba a Reichelt para mejorar su diseño, perfeccionarlo, reduciendo el peso excesivo y aumentando la superficie a unos 12 metros cuadrados. Aun asà las pruebas preliminares con maniquÃes dejaban en claro que algo estaba fallando en el diseño y sus prototipos caÃan demasiado rápido. Hasta realizó una prueba con él mismo a baja altura, unos ocho o diez metros, y se salvó gracias a una pila de paja que habÃan ubicado a modo de colchón.
Reichelt creÃa que las fallas se debÃan no al diseño sino a la poca altura que no le permitÃa desplegarse completamente como él imaginaba que iba a resultar. Debido a esto insistió con el paso siguiente, conseguir un permiso para utilizar un edificio realmente alto.
En Febrero de 1912 el sastre anunció a la prensa que habÃa recibido la autorización para realizar su experimento en la Torre Eiffel, el mejor lugar para semejante prueba ya que brindaba altitud sin involucrar a un avión.
El domingo 4 de Febrero de 1912 Reichelt arribó a la torre en un automóvil junto a dos amigos, ya traÃa puesto su traje, su invención, el paracaÃdas más elegante de ParÃs. Aquella filmación periodÃstica lo muestra haciendo gala de su diseño y cómo se mantenÃa envuelto siendo no mucho más voluminoso que las ropas mismas del piloto.
El traje era bastante práctico, permitÃa al piloto desenvolverse sin restricciones, y según su creador lograba una superficie de 30 metros cuadrados y una burbuja de 5 metros, con tan sólo 9 kilogramos de peso. Realmente una maravilla técnica considerando su diseño original, habÃa logrado perfeccionarlo mucho y los 10.000 francos estaban muy cerca, además de su prestigio, claro.
El dÃa era frÃo, con temperaturas alrededor de los cero grados, aun asà algunas personas se agolparon en los Campos de Marte y la policÃa asistió para contener a los curiosos y despejar el área del salto y acordonaron una sección con sogas.
"Je veux tenter l’expérience moi-même et sans chiqué, car je tiens à bien prouver la valeur de mon invention."
(Quiero experimentar yo mismo el experimento sin trucos porque intento probar el valor de mi invención)

Hasta último momento sus amigos intentaron persuadirlo, al fin y al cabo el trabajo podrÃa realizarlo un maniquà sin problemas ¿Para qué hacerlo uno mismo? Pero el orgullo y el honor estaban por sobre todas las cosas, seguramente Reichelt no querÃa vivir humillado y preferÃa algún final más poético.
Para los periodistas presentes el sastre se notaba completamente convencido de que su invención iba a funcionar y no cuestionaron demasiado su idea de probarlo en persona aunque también le preguntaron por qué no utilizaba un arnés de seguridad y una soga que lo mantuviera vivo en caso de falla. Naturalmente François rechazó la idea.
Según el diario Le Petit Parisien hubo un guardia de seguridad de la torre que intentó impedir la prueba porque sabÃa que el diseño no habÃa funcionado con maniquÃes, pero aun asà para las 8AM logró pasar y llegar al primer piso de la Torre Eiffel.
"À bientôt"
A las 8:22 30 perodistas, amigos y transeúntes presenciaban el salto desde 57 metros de altura. Ningún paracaÃdista osarÃa jamás a tirarse desde tan abajo sin un paracaÃdas profesional de los modernos y luego de muchÃsimo entrenamiento. Ninguno de esos factores existÃan en 1912 y mientras las cámaras rodaban, luego de cuarenta segundos de dudas, François Reichelt saltó.
Como se pudo apreciar, una y otra vez gracias al film, su trayecto fue perfectamente recto, perpendicular a la tierra. El traje no sólo no se llenó de aire protector, en cambio se enroscó al cuerpo del pobre sastre haciendo su caida más estrepitosa.
Desdeya que el probre François murió en el acto, fracturas múltiples, desde los brazos a las piernas, cadera, columna y cabeza. Los ojos abiertos con expresión de terror pero ya sin vida para cuando los espectadores se acercaron y notaron el pozo de 15 centÃmetros que habÃa creado el impacto.
Aun asà fue transladado al hospital de Necker donde oficialmente se lo declaró muerto. Al dÃa siguiente todos los diarios parisinos daban cuenta del "fatal experimento". Todos acompañaron la nota con fotografÃas del suceso, tanto del momento previo como del salto y el desastroso final. Los noticieros del cine mostraron el rollo fÃlmico, tal vez la primera vez que el amarillismo llegaba al cine de manera tan gráfica.

Reichelt era el primer muerto en muchos años intentando utilizar un paracaÃdas, el anterior habÃa sido Charles Leroux en 1889 y desde entonces nadie habÃa intentado usar su propio cuerpo para semejante experimento. Las autoridades consideraron cerrar entonces la Torre Eiffel para este tipo de experimentos con personas aunque continuaron otorgándolos en los casos que se utilizara un maniquÃ.
Muchos años después, ya con los paracaÃdas modernos, varios saltadores BASE repitieron la hazaña de forma ilegal y con un resultado mucho más positivo. En 1985 se realizó uno legal para la pelÃcula "A View to a Kill" de James Bond.
Para la misma época de Reichelt varios inventores lograban el éxito que le habÃa sido esquivo como el caso de Gleb Kotelnikov quien patentó ese mismo 1912 su diseño de paracaÃdas.
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Comentarios
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Carfax dijo:
Excelente relato, Fabio, cómo ya es costumbre. Gracias por estos posteos aunque sigas pensando que nadie les da pelota!
Coincido totalmente
Gracias
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Carfax dijo:
Excelente relato, Fabio, cómo ya es costumbre. Gracias por estos posteos aunque sigas pensando que nadie les da pelota!
jejeje es que posta, nadie les da pelota, pero los que le dan pelota son más interesantes lectores que los que pasan y ni saludan
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Nico Prida dijo:
Tu ultimo mensaje me hizo sentir mal porque siempre leo tus post desde las sombras.
no le des pelota
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pepecurioso dijo:
como te enteraste de esta anecdota? q tiempos! xD
estoy escribiendo un libro sobre este tipo de historias, tengo varias más
Nico Prida dijo:
Tu ultimo mensaje me hizo sentir mal porque siempre leo tus post desde las sombras.
sentite mal, una vez cada tanto tienen que tirar un ping
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Fallo el instinto de preservacion... ni en pedo me tiro ni de un escalon a otro...
Aca en Cordoba recuerdo ir a las ollitas de agua q se hacen en ciertos rios y pensaba todas las posibilidades de caer mal (soy ingeniero, lo calculo) y al rato vez q se llevan a alguien con el marote abierto y pensas "que lo tiro, uno que no le hizo caso al instinto o a las estadisticas..."
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Fabio Baccaglioni dijo:
Nico Prida dijo:
Tu ultimo mensaje me hizo sentir mal porque siempre leo tus post desde las sombras.
sentite mal, una vez cada tanto tienen que tirar un ping
Ping!
Un poco de amarillismo vintage
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