que momento!<br />
decidir si transformarse en lo mismo o aguantar.<br />
en ser héroe o cobarde, pero sin saber qué camino te lleva a qué lado.<br />
<br />
Creo que el cÃrculo se cerrarÃa cuando el tipo quede juzgado, si lo hubiese matado serÃa parte del mismo.
Ser Humano
Pocas veces se encuentran textos como este en un diario. Un periodista de renombre, Alfredo Leuco, cuenta la oportunidad que tuvo, en sus años mozos, de liquidar a uno de los peores torturadores de la dictadura militar: BenjamÃn Menendez. Un relato impresionante que describe unos cuantos minutos, pero que pudieron cambiar muchas cosas. En el texto se vislumbra la dimensión humana de un colimba (él mismo) atormentado por la desaparición de varios de sus amigos y que tuvo en su poder tremenda oportunidad (la de matar y morir), la de un asesino con todas las letras, la de un cabo que se esforzaba por matar inocentes aunque apenas lo soportaba. Pero sobre todo y en un instante, la capacidad de juicio, de saber diferenciar mÃnimamente lo que está bien de lo que está mal, en definitiva, de ser humano, eso que tipos como Menendez habÃan dejado de ser.
Recomiendo leer la nota completa:
www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-26052.html#
Reproduzco algunos fragmentos...
La noche en que casi mato a Menéndez
Por Alfredo Leuco
Lo tenÃa ahÃ, a tres metros, y su cabeza estaba en el medio de la mira de mi FAL. Sólo tenÃa que sacar el seguro y apretar el gatillo. Le hubiera metido en su cuerpo un cargador entero de balas porque el fusil estaba en automático. Les aseguro que todavÃa recuerdo aquel cielo negro sobre el barrio militar que queda en el camino a La Calera, en Córdoba.
Lo tenÃa ahà a tres metros y lo odiaba profundamente. PodÃa sentir su respiración y la mÃa. Cachorro hijo de puta, pensé. Hiena maldita. Asesino. Todo eso pensé. Fueron segundos que me parecieron años porque la cabeza me funcionaba a mil kilómetros por hora. Se me cruzaban imágenes. Me acordé de mis compañeros de militancia que habÃan chupado en esos dÃas. Ahora son desaparecidos, pero en ese momento decÃamos: la gran puta, anoche lo chuparon al Niñito Huevón. Era un intelectual con pinta de intelectual que en su vida habÃa matado una mosca.
Es que lo tenÃa ahà a tres metros y el fusil ni me temblaba. Lo tenÃa bien calzado como ellos me habÃan enseñado. (...) Pensé que si lo mataba me mataban en segundos porque estaba en el corazón del barrio militar. Pero por un instante ni eso me importó. Que me maten, pensé. Pero ¿cuántas vidas voy a salvar? Confieso que mucha ingenuidad y una pelÃcula de héroe guevarista que proyecté sobre mi cerebro me hicieron imaginarme en un poster o adentro de un féretro, aclamado por una multitud de obreros y estudiantes. Yo no era ningún pelotudo, pero tenÃa 20 años y virgen la capacidad de soñar.
Yo tenÃa que hacer guardia en la casa de Menéndez. TenÃa un santo y seña y la orden de que estuviera bien atento, porque al general le gustaba probar a los soldaditos clase 55. Me avisaron que podÃa pasar y pasó (...) Primero sentà que se movÃa un arbusto y después vi claramente la sombra de ese criminal de guerra. Quiso sorprenderme apareciendo por atrás de su casa. Pero yo habÃa sentido el absurdo grito de su chofer cuando le dijo, marcial: 'Buenas noches, mi general'.
Mis neuronas se habÃan congelado. Sólo las quebró la voz sobradora del general Menéndez cuando me dijo: muy bien soldado, lo felicito porque no es ningún dormido. Cuando reaccioné, ya tenÃa a mi lado a un cabo primero que le tenÃa más miedo a Menéndez que a mil santuchos. Bien, bien... Me palmeaba el cabito, que cuando salÃan en autos de civil por las noches a chupar gente regresaba llorando y con vómitos.
Varios de ellos, de los presuntamente revolucionarios y de los nuestros, los presuntamente reformistas, desaparecieron para siempre en las garras y en los campos de concentración de aquel cachorro de dinosaurio llamado Menéndez.
Era temible y todos se cuadraban a su paso. Se golpeaba su fusta de caballerÃa en las botas como un Hitler criollo. Era el más sanguinario y no dudaba un segundo en ordenar torturas y fusilamientos. Hace una semana que ese cachorro repugnante está preso y yo lo celebro. Por la memoria de los que quiero, por tantas lágrimas y porque no hay otro lugar en el mundo para Menéndez que la cárcel.
Y lo digo yo, que le perdoné la vida y me perdoné la vida...
¿Qué hubieran hecho Uds.?
Yo creo que hubiera tomado la misma decisión que Leuco.
No es casual que recién ahora revele esta historia tan especial, después de todo con esta ida y vuelta de la anulación/inconstitucionalidad de las leyes de impunidad está en juego la validez de su decisión, ya que, por supuesto, el premio a su perdón deberÃa ser que se haga justicia por vÃa institucional y no que se olviden las cosas como si no hubiera pasado nada.
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Comentarios
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Supongo que en ese momento, en esos segundos, lo que pesa es la "espiritualidad" más que la razón. Si sos humano bajás el rifle, sino vaciás el cargador.<br />
SerÃa bueno que sean juzgados como se merecen estos tipos para que si alguna vez pasa algo asà (toco madera, Dios no quiera) uno pueda pensar "te dejo vivir hoy, porque mañana la vas a pagar."<br />
Mi viejo hizo guardias en La Tablada en época de montoneros con ordenes de tirar sin preguntar. Épocas de mierda, si señor.
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Ninguna, es solo una neurona. Si hubieras preguntado cuántos núcleos tiene una neurona ? te hubiera respondido 1 núcleo. Porque dentro de una neurona no hay otra neurona