17/04/2012 - 10:00:00 por Marina
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Estas en una reunión familiar, o de amigos, y charlando del futuro y los proyectos surge la inevitable pregunta: y vos, ¿hijos para cuando?
Y cualquiera sea tu motivación, si llegas a responder algo que no sea “pronto”, sabes que la conversación no será corta o sencilla.
Las sociedades en las que nos movemos, al menos las occidentales, están regidas por un sentido de orden y lógica que lleva ineludiblemente a que una pareja tenga como indiscutible próximo paso a la convivencia: la reproducción (incluso cuando las estadísticas muestran cada vez más la superpoblacion de hogares sin hijos o incluso individuales).
Y si sos mujer respondiendo este cuestionamiento… peor aun. Es incomprensible en la mayoría de los casos que abandones el supuesto instinto natural de convertirte en una especie de tercer género: madre.
Aun cuando es obvio en nuestras mismas sociedades que esa mujer devenida en madre verá restringida su carrera laboral, ganará menos que sus colegas hombres y tendrá problemas para reincorporarse al mundo laboral, si lo dejó para criar esos hijos esperados.
Nuestra vida puede tener otro ritmo o eje, pero no así la del resto del mundo. El mundo sigue girando alrededor de pañales, colegios, y moquitos de temporada.
Facebook se llena de “estados” que no hacen mas que marcar esa línea entre “madres/padres… y los demás mortales”, con crónicas detalladas del desarrollo (del pañal a la pelela, de la pelela al inodoro, etc.). Y si a quien vive acorde a esa regla uno trata de explicarle cosas como “vida sin hijos por elección” o incluso algo como “infertilidad no siempre lleva a adopción”, se enfrentará a una tarea tediosa.
El problema es que no suele pensarse que la decisión de formar una familia puede no solo no incluir hijos (o al menos solo si son genéticamente propios o han sido gestados en la pareja), sino que uno puede no tener ganas de explicar porque es así.
A ver, estamos involucrando temas tan subjetivos como ganas, prioridades, salud, expectativas, etc. Y aunque la infertilidad es bastante diferente a la elección consciente de no tener hijos, ambas llevan a la situación de tener argumentos preparados para explicar porque no somos como los demás lo esperan.
Es mas, muchas veces sin que uno llegue a dar una explicación surgen en la mente del interlocutor un montón de teorías que lo ayudan a sentirse conforme con que seamos diferentes, a saber:
- “seguro pospuso tanto la decisión de tener hijos, que ahora tiene problemas…”
- “debe priorizar su laburo/sus ganas de viajar… que egoísta”
- “sus miedos a cometer errores como padre/madre lo deben estar frenando”
- “eso dice ahora… ya va a cambiar de opinión”
- “seguramente no quiere cambiar su tranquilidad de dormir hasta cualquier hora o gastar en lo que se le cante…”
- …Y otras explicaciones sin fundamento por el estilo.
No creo que haya una respuesta homogénea, y eso es lo que incomoda a quien hace la pregunta.
Obviamente, tendrá que indagar más para poder decir que entiende la decisión. Y no siempre, el otro estará dispuesto a dar mayor detalle a su contestación. Mas si la vida sin hijos es producto de años de intentos médicos e inversiones millonarias (y no contempla nada mas).
Pero en fin, también aquellos que ni siquiera lo han intentado y no piensan hacerlo, tienen problemas para ser claros en una simple oración y que el tema sea simplemente descartado. Es que no hay lugar. Es que no es posible. Es que… ¡¿Cómo que no querés tener hijos?!
Y ahí es cuando se me ocurre que seria valido decir… ¿y vos, porque tuviste hijos? Sobre esa decisión nadie esta acostumbrado a pedir aclaraciones…
Claro, ¿es que creen ustedes que todos dirán “porque fue el producto natural del amor que nos teníamos como pareja”? nah… tendríamos tantas respuestas, y algunas tan incomodas, como las que podrían tener que dar los que están en la situación opuesta. Pero simplemente no es esperable que uno lo pregunte, así como no es esperable que uno proyecte su futuro sin contar con hijos en él.
La verdad es que, sea cual fuere nuestra posición en el asunto, preguntar por como esta uno dispuesto a formar su núcleo familiar no es un tema ligero, y uno tiene que estar dispuesto a escuchar cualquier tipo de explicación, y aceptar que al otro le funcione (aunque a uno le parezca un disparate). En resumen, “desidealizar” el concepto de familia, es decir, no esperar que todos cumplan un ideal determinado.
Y en cuanto a quienes sufren razones médicas para llegar a tomar la decisión de tener “una familia de dos”, les recomiendo aun más flexibilidad al hablar del tema, sobretodo si son amigos cercanos o familiares. Cuando no puedan encontrar las palabras justas, usualmente son las pequeñas cosas que se hacen las que pueden decir y ayudar mucho a quien atraviesa esa situación.
Hay que estar ahí, solo para escuchar. Tengan cuidado de no minimizar los sentimientos o la intensidad de la respuesta. Entiendan como un infértil que decide no realizar procedimientos médicos ni adoptar puede sentirse aislado. Permitan que quizás sean ellos quienes inicien o guíen la conversación cuando de embarazos e hijos se trate. Intervengan diplomáticamente cuando alguien más cometa una imprudencia. E incluso, permítanles no participar de ciertas conversaciones. Sean perceptivos ante alguna demostración de tristeza… y gentilmente traten de hablar, si es lo que su amiga/o necesita. Sepan que seguramente habrá dificultad de articular como y porque se siente de esa manera, y aprovechen la oportunidad para demostrar a esos amigos su empatía.
Es mucho mejor que una palmada en la espalda y un “bueno, ya esta. Es hora que lo superes”.
La nota la escribió Marina, gran lectora y comentadora en el blog, y desde la distancia quiero decir: suscribo a este post 
- Fabio
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17/04/2012 - 15:30:09
